Entre Roma y Nápoles
Viajar en coche: Roma (7)

Volviendo al Lungotevere superamos el Puente Palatino y nos encontramos con otro soberbio ambiente monumental de la Roma antigua y medieval: a la izquierda, el intacto Templo de la Fortuna Viril (I sig. a. de C.), rectangular; detrás, la iglesia de San Jorge in Velabro (sig. VI), con frescos de Cavallini, apoyado a la iglesia se halla el gracioso resto del Arco degli Argentari, y, a la izquierda, el poderoso Arco de Jano; sobre el fondo, la colina capitolina.

A la derecha, en cambio, tenemos el Templo de Vesta, circular y una de las iglesias más bellas de Roma: Santa María in Cosmedin (sig. VIII-XII), con la legendaria Bocea della Veritá (Boca de la Verdad).

Subiremos al monte Aventino para admirar la Basílica de Santa Sabina, de arquitectura ravenesa (V sig.) quizá la más solemne - armoniosa de Roma, con ricos mosaicos v bellísimo claustro. Cerca de aquí la plaza de los Caballeros de Malta, única creación arquitectónica de la desenfrenada fantasía de Piranesi.

Bajamos otra vez al Aventino para llegar al Circo Máximo (frente a nostros el Palatino) y, volviendo hacia Santa María de Cosmedín se alcanza, por la calle del mismo nombre, el Teatro Marcelo, sobre cuyo foso fué construído en 1500 el Palacio Savelli, luego Orsini.

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Al otro lado de la calle, la derrumbada Rupe Tarpea, desde donde en la antigua Roma, se arrojaban a los traidores.

Pero nosotros torcemos a la izquierda del teatro Marcelo, por la calle que toma el nombre de Pórtico de Octavia, hermosa ruína romana con añadiduras medievales, y nos introducimos por las pintorescas callecitas de la vieja Roma para desembocar, al fin, en la plaza de Jesús, sobre la que se yergue la fachada de la Iglesia de Jesús, (1584) de los jesuítas, (interior con famosos frescos barrocos).

Torcemos por calle del Plebiscito y, antes de llegar a Plaza Venecia, tomamos, a la izquierda, la calle que nos lleva a la plaza dominada por el imponente Palacio del Colegio Romano.

De aquí, un camino paralelo, al Corso; entramos en la teatral plaza de San Ignacio (admirar la elegancia de los edificios ante la iglesia), y superada la plaza de Pietra con la majestuosa columnata romana, por calle Colonna Antonina, salimos a la centralísima Plaza Colonna, con la Columna de Marco Aurelio en el centro, (a 193). parecida a la de Trajano.

Abandonamos el Corso para pasar a la vecina plaza de Montecitorio con el homónimo palacio, ahora sede del Parlamento y, superando plaza Capránica, llegamos al Panteón, uno de los más bellos edificios de la antigua Roma (sig. I) en cuyo interior se hallan enterrados Rafael, Arcángelo Corelli y los Reyes de Italia.

Por plaza San Eustaquio, siempre entre bellas fachadas renacimentales y barrocas entre las que sobresale el elegante palacio de la Universidad o Sapienza, con caprichosa cúpula de Borromini, llegamos a Piazza Navona, la más bella de Roma, que reproduce la exacta forma del antiguo Circo Agonal construido bajo Domiciano. La fachada de la Iglesia de Santa Agnese (Inés), es de Borromini, mientras la genial Fuénte de los Rios, es de Bernini. Los dos arquitectos rivales trabajaron contemporáneamente en esta fantástica y quieta plaza, en la que sugerimos cenar y pasar un buen rato.