RECORRIDOS POR NÁPOLES II

Castel Nuovo de Nápoles

Desde Castel Nuovo a Foria y al barrio de la Sanità.

La zona que se encuentra entre Castel Nuovo y el Museo Arqueológico Nacional, pasando por via Toledo, es el centro de Nápoles, la parte de la ciudad que los napolitanos consideran la más representativa y que alberga algunos de los monumentos símbolo de la ciudad: el Maschio Angioino, el Palacio Real, la piazza del Plebiscito, el Teatro San Carlo, la Gallería Umberto I, el Museo Arqueológico Nacional.

Castel Nuovo (llamado así para distinguirlo de las residencias reales más antiguas, Castel dell’Ovo y Castel Capuano, es conocido también como el Maschio Angioino.
4 La imponente fortaleza, iniciada en 1279 por Carlos I de Anjou fue luego reedificada bajo el dominio de los Aragoneses. Tiene una planta trapezoidal y está circundada por un foso, donde se apoyan los cimientos de las otras cinco torres cilíndricas.
El Arco de Triunfo indica el acceso al castillo y constituye su ornamento principal. Fue erigido para celebrar la entrada triunfal en la ciudad de Alfonso de Aragón en 1443.

Sala dei Baroni en Castel Nuovo de Nápoles

Los magníficos relieves escultóricos constituyen el ejemplo en su género renacentista más importante del Sur de Italia.
Dentro del castillo se encuentra la capilla Palatina, único edificio que conserva el aspecto original, y la extraordinaria sala dei Baroni. La inauguración del Museo Cívico data de 1992.
Castel Nuovo sobresale en el centro de piazza Municipio. En la parte alta de la plaza se yergue el Palacio San Giacomo, sede del Municipio de Nápoles, que incorpora la iglesia de San Giacomo degli Spagnoli del siglo XVI. Detrás del altar mayor se encuentra la tumba monumental del virrey Pedro de Toledo.

La Gallería Umberto I (1887-1890) tiene un impresionante techo de vidrio y hierro, de 57 metros de altura, acompañado por un elegante pavimento de taraceas marmóreas. En su interior abundan los negocios, cafés y librerías.
Englobada en la manzana de la galería, la iglesia de Santa Brigida conserva en la cúpula el bellísimo fresco de Luca Giordano, El Paraíso.

El Teatro San Carlo, inaugurado el 4 de noviembre de 1737, con ocasión de la onomástica (día delsanto) de Carlos de Borbón que había deseado la construcción, es el teatro lírico más antiguo del mundo. En 1816, un incendio dañó parcialmente el edificio, que fue reconstruido por Antonio Niccolini, el arquitecto que había realizado también la fachada.
En la primera mitad del 1800, el Teatro San Carlo vivió una temporada memorable de esplendor, gracias al empresario Domenico Barbaja que contrató músicos como Gioachino Rossini y Gaetano Donizetti.

Saliendo del Teatro San Carlo nos encontramos en la piazza Trieste e Trento (antigua piazza San Ferdinando), donde surge el histórico café Gambrinus, fundado en 1860, convirtiéndose en el refugio de poetas e intelectuales.

Estatua de Fernando VI en Nápoles

La iglesia barroca de San Ferdinando, se asoma a la misma plaza, es el escenario de una gran tradición: todos los Viernes Santos se lleva a cabo el Stabat Mater de Pergolesi.

Atravesando la piazza Trieste y Trento se desemboca en la famosa piazza del Plebiscito, la más amplia de la ciudad, marco espectacular de eventos culturales y conciertos. La iglesia de San Francesco di Paola se caracteriza por su columnata neoclásica y su interior está inspirado en el Panteón de Roma.

En el centro de la plaza las dos estatuas ecuestres de Carlos de Borbón (obra de Antonio Canova) y de Fernando I miran hacia el gran Palacio Real. Concebido por Domenico Fontana, las obras iniciaron en el 1600.
Fue enriquecido por Gioacchino Murat y Carolina Bonaparte con obras de arte y mobiliario neoclásicos provenientes en parte de las Tuileries.
En 1837, sufrió daños por un incendio siendo restaurado posteriormente por Gaetano Genovese.


Para visitar sus preciosos interiores se debe sobrepasar el amplio patio central y entrar en el Museo de los Aposentos Reales (treinta salas en una única planta) que conserva las decoraciones originales. De inmensa belleza es la escalinata monumental revestida de mármoles coloreados y el Teatrino di Corte, sala de fiestas transformada en 1768 por Ferdinando Fuga en un simpático ambiente rococó. En otros de los ambientes del Palacio, encontramos la Biblioteca nacional, que alberga más de un millón y medio de volúmenes, entre ellos varios incunables, manuscritos y una colección de pergaminos de Herculano.

Escalinata del Palacio Real de Nápoles

Desde piazza del Plebiscito nace via Toledo, el eje principal de la expansión urbana deseada por el virrey Pedro de Toledo en 1536. Para muchos napolitanos la via se llama, simplemente “Toledo”, para otros es via Roma (fue llamada así desde el 1870 hasta 1980). Via Toledo es una de las calles principales de la ciudad, caracterizada por la presencia de iglesias y palacios antiguos, como el Carafa de Maddaloni (1582) y el Doria D’Angri (1755), fruto del genio de Luigi Vanvitelli. Desde su balcón, Giuseppe Garibaldi, proclamó la anexión del Reino de las Dos Sicilias al Reino de Italia.

Al lado de via Toledo y a los pies de la colina de San Martino se desarrolla la tela de araña de los Quartieri Spagnoli (Barrios Españoles).
Al llegar a la piazza Carità, se debe hacer una desviación para visitar dos joyas del arte renacentista: la iglesia de Monteoliveto y la de Santa Maria la Nova.

La iglesia de Monteolivo o Sant’Anna dei Lombardi, construida en 1400, conserva en su interior la simplicidad y el rigor formal de la estructura original. El altar Del Pezzo y el altar Ligorio son dos obras maestras de la escultura renacentista.
En la zona absidal está alojado el magnifico grupo del Compianto sul Cristo morto (el dolor en el Cristo muerto), estatuas de terracota de tamaño natural (que según la tradición representarían los miembros de la familia real aragonesa).

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También es renacentista la iglesia de Santa Maria la Nova, con imponentes claustros. Fue edificada en el 1200 y completamente reconstruida a partir del 1596. Espléndido el techo de casetones de madera dorada, con 46 retablos pintados a fines del 1500 por los principales artistas napolitanos de la época.

El último tramo de via Toledo desemboca en piazza Dante. Ornamentada con el monumento a Dante (1872) de Tito Angelini, está delimitada por el hemiciclo del Foro Carolino, construido por Luigi Vanvitelli. A la izquierda del hemiciclo se encuentra Port’Alba (1625), desde donde se accede a la vía de igual nombre, reino de algunas de las librerías más antiguas de Nápoles.

Cerca de la piazza Dante está el Museo Arqueológico Nacional, el museo más importante de arqueología clásica. Carlos de Borbón colocó en este palacio (el antiguo “Palazzo degli Studi”, es decir la universidad) la más grande colección de arte de Italia, la colección Farnese heredada de su madre Isabel.
A lo largo de los años a este patrimonio se agregó la colección arqueológica más grande del momento, los restos de las ciudades y de las villas sepultadas por el Vesubio en el 79 d.C.
El núcleo más valioso del Museo está constituido por los mosaicos, las pinturas, las joyas, los objetos recuperados de las casas vesubianas. Una colección sin igual en el mundo, que naturalmente atrae a millones de visitantes.

Colección Farnesio en Museo Arqueológico de Nápoles

Otro punto capital es la maravillosa colección de esculturas clásicas, en general copias romanas de originales griegos, entre las cuales encontramos las célebres esculturas farnesianas (el Toro, el Hércules Farnesio, y muchas otras). Riquísima la colección de camafeos y gemas labradas, que comprende la excepcional Taza Farnese. De gran importancia es la colección de epígrafes, más de 2000, en casi todas las lenguas que se hablaban hace un tiempo en Campania (desde el griego al osco, el etrusco y el latín). Segunda por importancia en Italia, después de aquella de Turin, es la colección egipcia.
Se ha dedicado un área a la Villa de los Papiros, la famosa casa romana de Herculano que ha restituido una gran cantidad de material arqueológico, entre el cual las célebres estatuas de bronce y mármol.
Singular el Gabinete Secreto, una sección del museo que reconstruye la colección del siglo XIX de obras de la época consideradas “obscenas” y reservadas sólo a visitantes autorizados.
Se trata de esculturas, fresco mosaicos, amuletos, candiles y pinturas de tipo erótico, encontradas principalmente en las excavaciones vesubianas.

Desde el Museo se irrumpe repentinamente en piazza Cavour: desde aquí nace via Foria que atraviesa los popularísimos barrios Sanità, Vergini y Sant’Antonio. En esta zona merece una visita la bella iglesia del siglo XVII de Santa Maria della Sanità, con la suntuosa escalinata de dos tramos que enmarca la cripta.

Barrio Sanità de Nápoles

Desde la iglesia se entra en las catacumbas de San Gaudioso. En el barrio se encuentran el Palacio dello Spagnolo (del Español) y el Palacio Sanfelice del siglo XVII, arquitecturas de impronta teatral que se tomaron como modelo para instalaciones teatrales, ambos obra de Ferdinando Sanfelice.

Más adelante via Foria llega al Orto Botanico (Jardín botánico). Creado en 1807 por Giuseppe Bonaparte, fue concebido originariamente como instrumento para el conocimiento de las plantas útiles a la agricultura y al comercio y de aquellas oficinales. Hoy en un área de casi 12 hectáreas están presentes más de 10 mil especies con un total de casi 25 mil ejemplares, una de las colecciones más importantes de Italia por consistencia y extensión. En especial reviste gran interés la rica colección de plantas suculentas.

Volviendo hacia al Museo Arqueológico, se sube hacia Capodimonte recorriendo Santa Teresa degli Scalzi.

Al lado de la gran iglesia de la Incoronata del Buon Consiglio se encuentran las catacumbas de San Gennaro, una de la más antiguas y sugestivas de Campania. Continuando, en la cumbre de la colina se llega al gran Palacio Real de Capodimonte, que alberga al museo homónimo.