Piero della Francesca en tierras de Arezzo

El itinerario para descubrir las obras de Piero della Francesca, en la provincia de Arezzo, se despliega en Valtiberina, tocando las localidades de Sansepolcro, Monterchi, burgo natal de la madre Monna Romana y la ciudad de Arezzo.

Piero della Francesca nació en Sansepolcro entre 1418-20 y esta ciudad hospeda, en el Museo Cívico, cuatro obras del artista.
El Políptico de la Misericordia, temple sobre tabla, fue encargado a Piero por la homónima Cofradía de Sansepolcro en 1445. En la tabla central está representada la Virgen de la Misericordia que protege bajo su manto, como un gran tabernáculo, a los miembros de la cofradía que encargaron el retablo y a los devotos, dividiendo a la izquierda los hombres y a la derecha las mujeres.
La Resurrección es un gran fresco pintado por Piero della Francesca en la pared central de la Sala dell'Udienza. La obra, considerada entre las más representativas del artista, es la expresión humana y espiritual del resurrección de Cristo. La figura del Salvador domina la escena, fuerte, solemne. El artista ha elegido representar como fondo el amanecer, el inicio de un nuevo día, que se eleva como símbolo del alba de la vida.
El fresco que representa a San Julián ha sido descubierto en 1954 en la antigua iglesia de Sant'Agostino, denominada a continuación Santa Chiara. El Santo, representado con un rostro joven, está cubierto con un elegante manto de color rojo que destaca sobre el fondo de falso mármol verde antiguo.
El fresco de San Ludovico, procedente del Palacio Pretorio, representa el Santo vestido con un sayo franciscano y una capa pluvial obispal ricamente decorada: en el fondo aparece una falsa hornacina con mármoles apreciados de color rojo y verde.

Dejando atrás Sansepolcro, el itinerario continúa hasta Monterchi, en Val Cerfone. Para este burgo, situado en una colina colindante con Umbría, Piero della Francesca realizó el extraordinario fresco de la Madonna del Parto para la antigua iglesia de Santa Maria a Momentana. Desde 1991 el fresco ha sido colocado en un pequeño museo. La iconografía de la Virgen en dulce espera proporciona a la imagen una gran sacralidad y monumentalidad.

La Madona es al mismo tiempo expresión divina y humana, a su lado dos ángeles que, levantando con sus manos las cortinas del baldaquín, presentan la Virgen, vestida con sencillez con un ropaje azul y camiseta blanca que muestra su incipiente vientre.

El itinerario en la tierra de Piero continua y acaba en Arezzo. La Basílica de San Francisco hospeda en la capilla Bacci el ciclo de frescos de la Leyenda de la Vera Cruz, la obra maestra que el artista ejecutó para la iglesia franciscana aproximadamente entre 1452 y 1466. El tema del ciclo ha tomado como fuente la Legenda Aurea de Jacopo da Varazze, escrita en el siglo XIII.

Entre paisajes amados por el artista y arquitecturas pintadas, la misma Arezzo emplazada en la colina y Sansepolcro con sus edificios colocados en perspectiva como fondos escenográficos, figuras elegantes y geométricamente perfectas acompañan con gracia, escena tras escena, al observador en la historia de la leyenda.

En la Catedral de Arezzo, al fondo de la nave izquierda, está colocado el fresco de María Magdalena.
La luz exalta los colores, el blanco y el rojo del manto, el verde del ropaje, las mejillas rosadas. La María Magdalena, una de las figuras más bonitas pintadas por el artista, impresiona por la expresividad del rostro y por la mirada baja y profunda.