Entre Florencia y Roma
Viajar en coche: Tarquinia (2)

Uno se abandona, sin pedantería arqueológica, al continuo estupor de esta excursión a ultratumba en el mundo etrusco, poblado de músicos y danzantes; escenas eróticas y orgiásticas, de rudas y refinadas representaciones llenas de astuta vitalidad que, con colores brillantes, rojos y azules, verdes sobre fondo amarillo, evocan la vida tal como fué vista por el ojo vivo y marino de los etruscos; una danza de seres humanos y de peces, bestias imaginarias y fieras auténticas, bacantes y caballos.

Los grandes temas repetidos del banquete, de la danza, de la lucha, nos hablan aún de los gustos y la vida de este pueblo oriental, marinero y cazador, pescador y agricultor, que unió en un solo suspiro la magia y la naturaleza, la vida y el más allá.
Largo rato estaremos en la Necrópolis antes de alcanzar la carretera que, corriendo a breve distancia del mar, superada Montalto di Castro (km. 8 bella iglesia románica y Castillo), junto a las ruinas de Vulci (la Velcha etrusca), alcanza ANSEDONIA, copia medieval de la romana Cosa que, ceñida entre las antiguas murallas se yergue sobre un otero. Se verán las murallas etruscas de Orbetello, en curiosa posición, sobre una estrecha lengua de tierra entre dos lagos, a su vez situados en un pequeño promontorio sobre el mar. De Orbetello (Catedral gótica) se llega, en un trayecto de 54 km a una llanura bonificada ya en nuestro siglo: Grosseto