Región de Umbria

Pueblos y ciudades de la provincia de:

Spello, Umbria

Spello
En provincia de Perugia

Spello es un centro montañoso de origen milenario, cuya economía, de base puramente rural, ha experimentado el reciente desarrollo del sector industrial. La gente de Spello, vive principalmente en la cabecera municipal y solo en una pequeña parte se distribuye en las localidades de Capitán Loreto, Collepino y Ponte Chiona, en áreas habitadas más pequeñas y en casas diseminadas en el jardines.
El territorio municipal, atravesado por el torrente Chiona, afluente del río Topino, se adentra en el corazón de la campiña de Umbría. Dispuesto escénicamente sobre un pequeño acantilado, la ciudad se extiende sobre el valle siguiendo el curso de la carretera estatal. En todo su entorno la vegetación es muy variada: en la zona llana de la zona de Spellano, particularmente fértil por la calidad aluvial del suelo, se cultivan tierras arables y viñas; en las colinas, esculpidas por terrazas, predominan los olivos mientras que los robles, encinas, carpes, pinos negros, cedros y cipreses se extienden por las montañas.

Spello en Perugia, Umbria

De origen umbro, se conocía desde el siglo I a.C. con el nombre de COLONIA JULIA HISPELLUM y adquirió una importancia considerable en el período augusto. Designado como centro religioso de la región en un acto del emperador Constantino, fue equipado con un gran templo en honor a la GENS FLAVIA. Tras el colapso del Imperio Romano, fue conquistada por el rey gótico Totila en 546 y destruida por los lombardos en 571, pasando a formar parte del Ducado de Spoleto.
Se convirtió en una ciudad de ideología gibelina en el siglo XII, se rebeló después de Federico II de Suabia y fue devastada por sus tropas; terminó bajo la égida de Perugia, luego se vio envuelto en amargas luchas fronterizas con Asís y Foligno y, después del breve gobierno de la familia Baglioni, pasó bajo el control de la Iglesia.
En 1799 fue invadida por tropas francesas y se convirtió en cantón del departamento de Clitunno; en 1833 León XII le confirió el título de ciudad.
A través de las dos puertas de la ciudad, Urbica y Consolare, se accede al centro histórico y sus joyas arquitectónicas: la capilla de Tega del siglo XIV, adornada con una espléndida Crucifixión del Alumno; la colegiata de Santa Maria Maggiore, que cuenta con el portal románico original y la preciosa capilla Baglioni, con un ciclo de frescos de Pinturicchio -este último también es responsable de algunas de las pinturas conservadas en la cercana iglesia de Sant'Andrea-. Entre los ejemplos más valiosos de la arquitectura civil destacan el Palazzo Cruciani del siglo XVII, con patio y salas decoradas, y el Ayuntamiento (1270), con una logia de arcos apuntados y una fuente de finales del XVI.
En las afueras de la ciudad es posible admirar los restos de un anfiteatro romano.

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