La Isla de Elba
Elba, por extensión, es la tercera isla más grande del Archipiélago Toscano y forma parte del Parque Nacional Archipiélago Toscano del mar Tirreno, que se extiende por las provincias de Livorno y Grosseto.
Es conocida por numerosas carreras diarias de transbordadores e hidroplanos, que cubren los 10 kilómetros de mar que la separan del continente en una hora de navegación.
Su población cuenta con unos 35.000 habitantes, divididos en ocho ayuntamientos, 12.000 de los cuales viven en Portoferraio, capital de la isla.
A pesar del perímetro de sus costas que miden apenas 147 kilómetros, la isla ofrece un clima templado y una multitud de paisajes diferentes: románticos burgos de pescadores, pueblecitos enrocados, antiguos castillos, verdes valles y encantadores golfos se alternan con espléndidas playas de arena y grava.
En pocos minutos desde los empinados arrecifes que se hunden en el mar cristalino, se puede pasar sobre el macizo granítico del Monte Capanne a 1019 metros de altura.
La presencia de innumerables testimonios históricos y culturales, unidos a las extraordinarias bellezas naturales, hacen de esta isla un lugar mágico y único en el mundo.
Es realmente difícil encontrar otro lugar pequeño como Elba, que pueda tener un patrimonio histórico y cultural de igual riqueza.
Una historia que inicia con los Argonautas y Porto Argo (así fue llamada Portoferraio en las leyendas mitológicas) continua con los Etruscos, que fueron los primeros que explotaron los ricos yacimientos de hierro, para luego dejar paso a los romanos.
Después fue la vez de los Médicis, que construyeron sobre toda la isla poderosas fortificaciones en defensa de los sangrientos asaltos de los terribles piratas sarracenos, hasta llegar al período Napoleónico, dónde a pesar de su breve destierro, el emperador francés dejó sobre la isla una huella indeleble de su genialidad.