Entre Roma y Nápoles
Viajar en coche: Roma (8)

La Tercera y última Jornada romana será dedicada más profundamente al centro renacimental de la ciudad. Vamos a Santa María Mayor, Basílica fundada en el siglo V y retocada en los siglos sucesivos hasta que Fuga construyó la hermosa fachada actual (1742).

El interior majestuoso conserva el aspecto de la primitiva construcción, el pavimento cosmatesco (sig. XII), el techo artesonado, atribuído a G. Sangallo, estatuas de Arnolfo de Cambio, estupendos mosaicos en el ábside (1295).

Tras la iglesia se abre plaza San Esquilmo dominada por los majestuosos ábsides de Santa María Mayor, en el centro el obelisco egipcio y, en la parte más baja, la antiquísima iglesia de S. Pudenciana.

Por calle Torino, del Viminal y plaza de Cinquecento o de la Estación ferroviaria, llegamos a plaza de la República, con, al centro una fuente (1901), y, enfrente, calle Nazionale.

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Entre los macizos arbolados sé alzan los potentes restos de las Termas de Diocleziano (306), la más vasta y perfecta de la romanidad; una parte del edificio fué transformada por Miguel Ángel, en el 1561, con un atrevidísimo injerto arquitectónico sobre el arco de más de un milenio, en la Basilica de los Ángeles; al lado derecho de la iglesia, se abre el Museo Nacional Romano, la más importante colección arqueológica (estatuas, mosaicos frescos), de la capital.

Por calle Vittorio Emanuele Orlando, pasando ante la barroca fuénte de los Rios (dei Fiumi), se llega a XX Settembre que termina, a la derecha con la Miguelangelesca Porta Pía; nosotros nos dirigimos a la izquierda hacia el Quirinale hasta el cruce con Quatro Fontane (Cuatro fuéntes) que seguimos, en bajada, hasta casi plaza Barberini. En el Palacio Barberini (seiscientos) con elegante logia que se abre sobre el jardín (n. 13 de calle Quattro Fontane), la Galeria Nacional, importante Pinacoteca.

Se atraviesa plaza Barberini con la fuente del Tritone en el centro y prosiguiendo derechos se entra en calle Sixtina; de aquí, a la luminosa plaza dominada por la iglesia de Trinitá dei Monti (interior con notables telas de Daniel de Volterra), en la cima de la estupenda escalinata que desciende a plaza de Spagna: uno de los lugares más encantadores de Roma y de toda la urbanística de occidente.