Entre Florencia y Roma
Viajar en coche: Orvieto (1)

Una de las ciudades más interesantes de Italia, única por su posición, por la extraordinaria conservación del ambiente antiguo, por la mezcla de ciudad etrusca, medieval y renacimental y, en fin, por su Catedral que, en conjunto, es una joya de la arquitectura y, con los frescos de Lucas Signorelli, uno de los santuarios de la pintura italiana.

Tambien aquí empleamos la tarde para una toma de contacto con la amplia plaza del Duomo, las callecitas del barrio antiguo, la incomparabile vista de la llanura.

Una visita a la mañana siguiente, empezará con la Catedral, gigantesco monumento en cuya construcción y decoración se sucedieron, del 1290 al 1600, legiones de arquitectos, decoradores, escultores y mosaiquistas.

La admirable fachada está concebida como un tríptico gótico en el que se funden arquitectura, escultura en mármol y bronce, mosaico. La comenzó el senes Maitani (1308). El interior es de formas románicas, cruz latina de perfecta armonía. En el cruce de la derecha se abre la capilla de San Brizio, en la que Lucas Signorelli pintó un amplio poema inspirado en el Juicio Universal; el mayor sobre un solo objeto que la pintura italiana haya compuesto antes del Juicio de Miguel Ángel.

Lucas Signorelli dirigió, durante cuatro años, este impresionante trabajo.

Junto a la catedral se verán: el Palacio Episcopal, con elegantes tríforas y el austerp Palacio Papal que aloja un museo rico y objetos etruscos (Sarcófago policromado IV siglo), y la excepcional Virgen de S. Martín (1320) junto a esculturas de los hermanos Pisano.

Desde plaza del Duomo se llega a la del Popólo, en donde hallamos el formidable palacio del Popólo (sig. XII-XIII), con las bellas tríforas románicas y las robustas arcadas. Desde aquí, por Corso Cavour, se llega a la plaza de la República, centro de la ciudad, sobre el área del antiguo Foro con el Palacio Comunal, renacimiento, obra de Scalza, (1581) y la iglesia de S. Andrés (1200) con su Torre campanario almenada.

Un agradable paseo podemos hacer por el encantador Barrio antiguo, que se extiende más allá del la plaza, limitado por dos puertas: Mayor y Romana. Antes de dejar Orvieto, se podrá visitar la fuerte y asimétrica Iglesia de San Giovenale, con torre potente y, en fin, un curioso monumento único en su género: el pozo de San Patricio que Clemente VII (1527) quiso construir para proveer de agua a la ciudad en caso de asedio; pero, asedios, según el esquema de las antiguas guerras no hubo, y el pozo quedó como curiosidad arquitectónica.