TRÁPANI (Turismo Rural) ITALIA

Valderice en Trápani, Sicilia

Turismo rural en Trápani

Trápani, difícil dejarla, imposible olvidarla

El campo de los alrededores de Trápani sorprende por el verde intenso de las oliveras y viñedos y el amarillo dorado del trigo que se combinan con el candor de las salinas y el azul del cielo, delineando panoramas sorprendentes.

Circuitos por Sicilia, con salidas regulares

Embocando la carretera costera que desde la ciudad conduce a Marsala, el primer escenario que se presenta es el de la Reserva Natural de las Salinas de Trápani y Paceco (www.salineditrapani.it) que se extienden hasta la fracción de Nubia. En seguida se reconocen por la red cuadrada de cubas de agua salina que resplandecen como espejos al sol. Los montones de sal, blanquísimos, rodean los viejos molinos que parecen colocados aquí, como soldados de piedra, haciendo de centinela de esta maravilla de la naturaleza. Es por ello que es el propio WWF el que gestiona la reserva, proponiendo excursiones guiadas a través del conocido itinerario de la Via de la sal.

Es maravilloso pasear en este paisaje único en el mundo, mientras en el horizonte se vislumbran garzas reales, cigüeñas, grullas y flamencos rosas. En las cubas de las salinas también se practica la cría del pescado, forma primitiva de acuicultura, que ofrece la producción de doradas y lubinas de carnes sabrosas. Las salinas son lugar de acuerdo entre naturaleza y hombre, donde el mar y el viento coadyuvan al duro trabajo de los salineros. Con este propósito, resulta interesante visitar el Museo de la sal de Nubia. En una antigua casa de la sal una exposición de instrumentos tradiciones ilustra las diferentes fases de extracción y recogida de la sal, que en la actualidad, en Trápani, aún se extrae a mano y se trata con maestría para convertirla en una de las más preciadas del mundo. Engranajes de molinos, palas, ruedas dentadas y fotografías contribuyen a sumergir al visitante en un mundo en vilo entre el pasado y el presente.

Salinas en la Reserva Natural de Stagnone en Trápani, Sicilia

Sin embargo, esta tierra no es sólo tierra de mar y sal. Aquí el campo ofrece otros grandes recursos únicos en el mundo. Muy preciado es el melón amarillo de Paceco, también conocido en el nombre de melón de invierno o cartucciaro. Con su forma alargada y la corteza lisa y amarilla, enciende de manchas doradas los campos y tenderetes de los fruteros de la zona. Cultivado desde hace más de cincuenta años, por su sabor y olor intenso y la riqueza de allicina, actualmente compite por el reconocimiento de la marca I.G.P. En el campo de Paceco platos históricos de origen campesino son el limune cunzato, servido con agua fría, pan y aceite, y el agghia pistata, una sopa de pan duro que, reblandecido en el agua fría, se condimenta con tomates seccagni y ajo. El ajo en estas zonas no puede ser otro más que el ajo rojo de Nubia, protección Slow Food, que toma el nombre del color rojo vivo de las túnicas interiores de los dientes. Recolectado entre mayo y junio, se envuelve en trenzas de cien cabezas (bulbos) que las familias trapanesas tienen la costumbre de colgar en los balcones de sus casas.

Moviéndonos hacia la colina, el territorio de Valderice cubre las laderas del Monte Erice hasta el mar, ofreciendo paisajes de viñedos, olivares y huertas, que se pueden disfrutar a pie, en bicicleta o a caballo.

Protagonistas de este campo son los baglios y las chalets rurales, signo de la explotación agraria de estas tierras, iniciada ya en el siglo XVII. El trabajo vinculado a la agricultura y el espíritu empresarial local se recuerda en el refinado Molino Excelsior de la fracción de San Marco, ejemplo extraordinario de arqueología industrial.

Aldea de Bonagia en Valderice, Trápani

El municipio de Valderice también comprende la pequeña aldea marinera de Bonagia. Asomada a un precioso puerto, constituye una etapa interesante por su antigua atunara. La torre almenada del siglo diecisiete aloja hoy un museo que testimonia las históricas actividades de pesca y elaboración del atún. Queda aún el antiguo marfaraggiu, donde se descargaban los atunes pescados, y el grande patio al que se asoma la deliciosa iglesia dedicada a San Antonio de Padua, protector de las atunaras. Colocadas en la ribera aún se pueden ver las muciare, embarcaciones típicas de la matanza del atún, pesca tradicional del atún practicada durante años en esta franja de mar.

Volviendo al campo, en el interior, se encuentra el pueblo de Buseto Palizzolo. De origen bizantino, en sus orígenes era el antiguo caserío de Erice. El nombre deriva de busit que significa tierra, fuente de vida en estas zonas, y de la familia Palizzolo, a la que Carlos V asignó estas tierras en 1563. También Buseto mantiene vivo el recuerdo de las tradiciones acogiendo un atractivo Museo de la Civilización Local, que ofrece restos y herramientas de oficios antiguos y ambientes domésticos campesinos.

Video de Promoción de Trápani (3ª Parte)

Acomodado en las faldas del Monte Bonifato, Alcamo es otro centro interesante que merece una visita. El magnífico Castillo de los condes de Modica, la Iglesia Madre, la Iglesia de los Santos Pedro y Pablo y la fastuosa Iglesia de San Bartolomé enriquecen el paseo entre las calles de esta pequeña ciudad, que se ha hecho famosa por un vino DOC que lleva su nombre. Néctar preciado, el Blanco de Alcamo se obtiene con uvas de Catarratto, que se pueden integrar con Damaschino, Grecanico, Trebbiano hasta el 20%. El área de producción recae en los territorios de Trápani y Palermo y comprende los municipios de Alcamo, Calatafimi, Castellammare del Golfo, Gibellina, Balestrate, Camporeale, Monreale, Partitico, San Cipirello y San Giuseppe Jato. Nacido sólo como blanco, hoy se reparte en diferentes tiplogías: rojo, rojo reserva, rosado y novel. El Alcamo rojo se acompaña perfectamente con bacidiluna, típicos de la zona, relleno con mortadela, huevos y queso (caciocavallo), o bien con las stigghiole, tripas de cordero asado, o con los babbaluci (caracoles) a ghiotta con las patatas, otra preparación tradicional. Otra gloria del territorio es el melón purceddu, con la característica corteza verde y arrugada, de forma ovalada y con pulpa blanca y jugosa. Delicioso con el Blanco de Alcamo o con el Marsala.

De las salinas a las oliveras, en el encuentro entre los perfumes salobres del mar y los almizcleños de la tierra, el campo de Trápani está acolchado de maravillas que se pueden saborear con la vista y el paladar en un tiovivo de colores y sabores únicos en el mundo.